Verdad o mentira: un hombre con tuza también se encierra a ver ” The Notebook”

El jueves en la noche llegué de trabajar, después de un día lleno de presiones, juntas, regaños del jefe, peleas con los compañeros de trabajo y encontré a mi novia en la puerta del apartamento. Primera señal. Se veía mejor que nunca, me imagino que venía de alguna cita de trabajo pues tenía puesto un vestido negro pegado que le queda muy bien.

De su boca salieron las terribles palabras que todos conocemos – Tenemos que hablar– segunda seña. Y sí, justo como lo están pensando terminamos. Resulta que soy una persona inmadura y no se expresar mis sentimientos. Al parecer también la doy por sentado. ¿Acaso eso es todo lo que las mujeres dicen o piensan en algún momento de la relación? Para no hacerles el cuento largo, no soy un buen partido. Ella parece que encontró un hombre maduro que está dispuesto a darle “todo lo que ella necesita”, todo lo que (aparentemente) yo no.

Luego de esta agotadora charla de 5 minutos -además -, entré derrotado a mi apartamento, pensando en lo terrible que fueron estas 24 horas. Necesito un trago, pensé. Una vez en la casa, boté mis cosas en el sillón de la sala, caminé hacia la cocina y ¡Oh sorpresa! En el refrigerador había un queso de dudosa procedencia y un tarro de mayonesa. Llamé a Julián para salir por una cerveza, pero al parecer tenía una junta de trabajo, como siempre. Ese hombre nació de traje y bigote, trabaja todo el día y cuando llega a tener un día libre se la pasa leyendo investigando cosas de trabajo. Juan estaba cenando con su novia, no considero que necesitan una explicación sobre este individuo, por lo menos no podría hacerlo sin la versión aprobada de Marcela, quien dictamina todo lo que hace en su vida. Camilo, el pinta del grupo, tenía partido de fútbol y posiblemente después iría por segunda vez en el día al gimnasio. Finalmente quedé yo, en mi casa solo y despechado. Ante la situación no me quedó remedio más que pedir unas cervezas y una pizza por Rappi y ver una película. No tenía nada MÁS que hacer.

Espero que no me juzguen pero decidí ver The Notebook…Ya…Ya sé, pero sentía el corazón roto y nadie estaba disponible para ahogar las penas conmigo. Lo importante es que Rappi llegó como de costumbre en poco tiempo, justo cuando se ponía buena la película, ya que no me

guanté las ganas y la empecé antes de pedir. Contesto el citófono y efectivamente es mi Rappitendero con mi pedido. Toca la puerta de mi apartamento y al abrir, ahí frente a mis ojos, Juan, Camilo y Julián. Detrás mío la enorme pantalla, que compré para ver los partidos, congelada con la imagen de Rachel McAdams y Ryan Gosling en pleno beso.

––Aquí está tu pedido– contesta Oscar, el rappitendero.

––¿Qué pediste Rodrigo? ¿Algo para acompañar la película? ¿Un helado quizás?– Julián en su típico tono burlón.

Me quedé helado. Me agarraron en el peor momento, una película romántica en la televisión designada para el Play, Xbox y los partidos.

–Unas cervezas…

En eso la voz salvadora de Juan –¡Uy, qué buena película! A Marcela le encanta–

––Cállate Juan–– dice Julián

––Esto está peor de lo que imaginamos–– contesta Camilo, juzgándome, su mirada fija en la imagen del beso apasionado. Me voltea a ver ––Por lo menos no está llorando…––

Escondo la lágrima de cocodrilo a la orilla del ojo –¡Obvio no!

––Muchas gracias Oscar–– tomo las cervezas y la pizza.

Camilo toma la primera cerveza del paquete y se instala frente a la televisión. Juan, por supuesto, mete las cervezas al refrigerador y reparte porta vasos. En unos cuantos minutos mi noche de despecho y Nicholas Sparks, se convirtió en cerveza, pizza, caballitos de tequila y Pineapple Express.

Todo gracias a Rappi. Gracias Rappi!

Historia de la vida Real. Gracias Juan Camilo Tobón por compartirla. 

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